Se trata de tener hábitos de vida saludables.
Aunque practicar buenos hábitos de salud no garantiza el gozar de una vida más larga, definitivamente puede mejorar su calidad. Si se practican con regularidad, unas cuantas cosas simples pueden ayudar a minimizar el riesgo de enfermedad y enriquecen la vida.
El equilibrio es un concepto fundamental.
Debemos tener un equilibrio tanto en la actividad física como en los hábitos alimenticios. La práctica deportiva es conveniente, más allá de sus beneficios físicos, por su contribución a la formación integral de la persona y al desarrollo psíquico necesario para alcanzar la madurez.
En cuanto a los hábitos nutricionales, los alimentos no son “buenos” o “malos”, lo que importa es el equilibrio y la proporción. Es importante estar conscientes de la importancia de los vegetales en la dieta diario, siendo estos una fuente fundamental de nutrientes. Las carnes rojas y las grasas en general deben ser consumidas pero en menor cantidad.
Una alimentación variada y equilibrada, junto con un aumento de la actividad física, tienen una repercusión positiva en la salud y bienestar.